Jornadas laborales interminables, Presión por objetivos diarios, Rankings entre empleados, Horas extra no remuneradas y no contempladas en el contrato laboral, el anti-SEXUAL aliento de tu superior constantemente en tu nuca…
MMMMMM… No parece un panorama muy atractivo para lo que te queda de vida hasta JUBILARTE (si llegas vivo y con salud), ¿no?
Pues apriétate el cinturón porque LA PRESIÓN LABORAL HA VENIDO PARA QUEDARSE.
Estrés laboral, depresión, Apatía, cansancio, transtornos obsesivo-compulsivos, problemas sexuales… bienvenid@ al mundo de los FÁRMACOS (de todo tipo…) para aguantar el ritmo. Las nuevas enfermedades del siglo XXI tienen mucho que ver con el trabajo esclavo.
¡FALTA DE SENTIDO!
Si quieres a alguien que TE BAILE EL AGUA… ¡¡¡véte a otro blog!!! O escucha las contínuas MILONGAS de nuestros políticos y sus BROTES VERDES.
AFRONTA LA REALIDAD. ¡ESTO ES UNA MIERDA!
Pero lo peor es que crees que dependes de tu trabajo esclavo remunerado para vivir (me da igual si eres un directivo… de hecho, esta web está especialmente pensada para ti…).
Porque YO QUIERO DEMOSTRARTE QUE NO DEPENDES DE TU TRABAJO ESCLAVO, SI NO QUIERES. AL MENOS SI TE LO TRABAJAS y te ganas tu LIBERTAD.
Hasta entonces… de lunes a viernes de 9-19 en tu trabajo (como mínimo…), ¡sin contar con los desplazamientos y con el trabajo desde casa…!
Te comparto este excelente artículo de opinión publicado recientemente en diario El País, llamado “Explotación Remunerada” sobre la nueva realidad del trabajo esclavo (explotación) remunerado.
Para millones de españoles hoy es un día triste: mañana vuelve a ser lunes. A primera hora sonará el despertador y se levantarán de la cama a regañadientes para ir a trabajar, entrando en una rueda de la que no saldrán hasta el viernes por la tarde. Y dado que las empresas siguen creyendo que la “gestión tóxica” de sus colaboradores es la más eficiente para multiplicar sus tasas anuales de crecimiento y lucro, para muchos la palabra “trabajo” sigue siendo sinónimo de “obligación”, “monotonía”, “cansancio”, “aburrimiento” y “estrés”.
De hecho, la gran mayoría de la población activa española trabaja porque no le queda más remedio. Es una simple cuestión de supervivencia económica. Por medio del control del capital, que se traduce en el pago de salarios a finales de cada mes, las corporaciones se han convertido en las instituciones predominantes de nuestra era. No sólo condicionan y limitan nuestro estilo de vida, sino que son dueñas de nuestro tiempo y de nuestra energía. Incluso hay quien dice que la esclavitud y la explotación no se han abolido. Tan sólo se han puesto en nómina.
En consultoras, auditoras y despachos de abogados, los empleados trabajan de sol a sol, aunque su contrato estipule otra cosa.
Cuando los ejecutivos escalan a la cima de la organización reproducen las prácticas nocivas que vivieron anteriormente.
Como consecuencia de este contexto socioeconómico, cada vez más trabajadores detestan su empresa, no soportan a su jefe y odian su profesión. Lo cierto es que muchos están dejando de creer en la felicidad. Basta con ver la cara de la gente por las mañanas en los vagones del metro o en los atascos de tráfico. Algunos sociólogos afirman que padecemos una epidemia de “falta de sentido”, lo que a su vez está ocasionando una enfermedad psicológica, más conocida como “vacío existencial”. Debido a esta saturación de insatisfacción colectiva ya hay quien nos define como “la sociedad del malestar”.
Esta situación es especialmente alarmante en el ámbito de la consultoría, la auditoría y los grandes despachos de abogados. Lo curioso es que se trata de sectores donde, en general, los profesionales han tenido la oportunidad de estudiar en la universidad y de cursar un MBA en alguna escuela de negocios. Y no sólo eso. A diferencia de la mayoría, los jóvenes de entre 22 y 30 años de edad que ahora mismo pueblan los despachos de estas corporaciones han gozado del privilegio de elegir su carrera profesional.
A pesar de trabajar en conocidos edificios de oficinas y de vestir elegantes trajes y corbatas, son sectores profesionales donde la explotación está a la orden del día. En el contrato laboral de estos ejecutivos se estipula que el horario es de nueve de la mañana a siete de la tarde, pero normalmente hay tanto por hacer que nadie se marcha antes de las nueve de la noche. En algunos casos, la jornada se alarga hasta las dos de la madrugada. Con el tiempo, muchos se acostumbran, como si no tuvieran alternativa.
Cuando las puntas de trabajo disminuyen, tan sólo los empleados más valientes se atreven a salir a su hora, siendo demonizados por sus jefes y ganándose, además, la desaprobación de alguno de sus compañeros. De ahí que prevalezca el calentar la silla, que consiste en quedarse sentado delante del ordenador haciendo ver que se trabaja hasta que empieza a irse todo el mundo a casa. Como antídoto contra el aburrimiento, muchos navegan y chatean durante esas horas muertas por las redes sociales, entre las que destaca Facebook. Están de cuerpo presente, pero de mente y corazón ausentes.
Otro rasgo en común de este ámbito laboral es la falta de ilusión, de motivación e incluso de interés por el trabajo que se desempeña a lo largo del día. Muchos profesionales reconocen que no saben cuál es su función ni su cometido, y otros, debido al cansancio acumulado, van literalmente arrastrándose por los pasillos. En general, muy pocos creen en lo que hacen. Pero siguen fichando cada lunes. Dado que no han descubierto cuál es su propósito existencial ni su vocación profesional, terminan atrapados en las mazmorras del conformismo y la resignación. No les gusta lo que hacen, pero tampoco tienen ni idea de lo que les gustaría o podrían hacer. Y esta falta de dirección y de sentido los mantiene anclados en el malestar.
Eso sí, desde fuera, su profesión es valorada, reconocida y respetada por la sociedad. Sin embargo, esta percepción social no tiene nada que ver con la realidad. Estos ejecutivos malviven presos en jaulas de oro. Al no cuestionar su situación, ni atreverse a seguir su propio camino en la vida, son víctimas y verdugos de sí mismos, de sus miedos e inseguridades. Y mientras tanto, en los despachos de arriba, donde habitan los altos directivos que los controlan, hace tiempo que se les bautizó perversamente como “tontos útiles”.
Por un sueldo medio de entre 1.100 y 1.800 euros al mes -una miseria en relación con lo que sus empresas cobran a los clientes por sus servicios-, estos jóvenes entregan literalmente su vida a la corporación que representan. Algunos llevan quemados tanto tiempo, que terminan causando baja por depresión, abandonando este tipo de organizaciones por la puerta de atrás. Pero muchos se quedan toda la vida, subiendo un escalón tras otro por una escalera que creen que les conducirá al éxito y, en consecuencia, a la felicidad. Sin embargo, por el camino se pierden a sí mismos.
Desconectados de los valores que nos hacen verdaderamente humanos, finalmente llegan hasta la cima, donde son nombrados socios y remunerados con abultados sueldos. Y desde su nueva posición de poder imponen las mismas nocivas condiciones laborales a sus colaboradores, reproduciendo una cultura organizacional tan destructiva como carente de sentido. Para estos ejecutivos mañana todo volverá a comenzar. Y muchos de ellos, nada más reencontrarse en la oficina, se saludarán de forma breve, pero elocuente:
-¿Cómo estás?
-De lunes. ¿Y tú?
-Con ganas de que llegue ya el viernes.
(Fuente: ElPaís)
Excelente reflexión, ¿verdad? ¡PUES ACTÚA!
Si tienes tiempo, mira también este video sobre la esclavitud social en la que sin saberlo estás inmerso, desde tu certificado de nacimiento (en el cuál te conviertes en una propiedad de tu estado -de sus acreedores- debido al uso de la “Ley Marítima”). HAY MUCHO TRABAJO POR HACER…
…y ahora si quieres cambiar tu vida y comenzar a ser más LIBRE, accede al Video-Curso gratuito “De Empleado a Emprendedor Libre”. Te vas a quedar…
¡Te espero dentro!
Trabajo esclavo: Eres un esclavo remunerado
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