Érase una vez un pobre niño chino que estaba muy entristecido. Él siempre había soñado con tener un caballo, pero no tenía dinero para comprarlo.
Un día estaba sentado en la calle, pensando cómo podría tenerlo, cuando justamente pasó por allí una manada de caballos, con su dueño. En ese momento pasó algo casi mágico, el dueño ofreció al chico al potrillo más pequeño, que apenas podía seguir el ritmo del grupo, y les estaba haciendo enlentecerse. El niño, con lagrimas en los ojos, aceptó agradecidamente.
Un vecino que había presenciado la escena, fue corriendo a explicárselo al padre del niño, y le dijo: “¡Qué suerte que tiene tu hijo! Quería un caballo y ha pasado un hombre y se lo ha regalado”. El padre, sin inmutarse demasiado respondió contento pero sereno: “Puede ser buena suerte o tal vez sea una desgracia”.
El niño cuidó el potro el caballo con todo su cariño y amor, pero un día, cuando ya estaba crecido, el caballo huyó. De nuevo, el vecino le dijo al padre: “¡Qué mala suerte que ha tenido tu hijo! Cuida su caballo desde pequeño y una vez crecido, se le escapa.” El padre volvió a repetir: “Tal vez sea buena suerte, o tal vez una desgracia”.
Pasados unos meses, el caballo volvió, pero seguido de una manada salvaje de caballos. EL niño, que ya se había convertido en un hombre, logró capturarlos y se quedó con ellos. El vecino, de nuevo volvió a dar su opinión: “¡Realmente tu hijo tiene buena suerte! Cría un potro, se le escapa, ¡y vuelve a casa con una manada!”. El padre miró al vecino y respondió de nuevo: “Tal vez sea buena suerte, o tal vez una desgracia”.
Pasó el tiempo, y el muchacho estaba domando a una de los caballos cuando cayó y se rompió las piernas. El vecino, que andaba cerca, volvió a decir: ¡Esto sí es mala suerte! El caballo huye, vuelve con una manada, y tú hijo, después de un tiempo de felicidad, va y rompe las piernas intentando domarlos. El padre, con la misma tranquilidad le repitió: “Tal vez sea buena suerte, o tal vez una desgracia”.
Unas semanas más tarde, el reino donde vivían declaró la guerra al reino vecino, y todos los hombre jóvenes y sanos fueron llamados a tomar las armas. El muchacho, con la pierna rota, se libró, cosa que pasó con el hijo del vecino, que tuvo que ir a guerra. De nuevo volvió a decirle a su padre: “¡Tu hijo sí que tiene buena suerte! Bendita la hora en que se cayó del caballo”. El padre, de nuevo: “Tal vez sea buena suerte, o tal vez una desgracia”.
(Parábola china)
Las emociones son nuestra medida más reflejante de nuestra calidad de vida, más que nuestra posición social, económica o profesional. Sin embargo, como vemos en esta parábola nuestras emociones son el resultado, no de lo que sucede (de los hechos), sino del significado que le damos, de lo que opinamos sobre lo que nos sucede. Es importante en la vida que aprendamos a diferenciar lo que es un hecho, a nuestra opinión sobre él (este no es el momento de razonarlo, pero se evitarían muchos conflictos inter e intrapersonales).
Ante el mismo hecho, el vecino y el padre, teniendo una interpretación diferente (uno sostenía con seguridad que era buena o mala suerte, mientras el otro pensaba que podía ser lo uno como lo otro...).
Como vemos en este cuento, la buena o mala suerte de algo, depende de lo que viene después. Pero, ¡si nunca sabemos realmente lo que viene después de lo que pasa!
Entonces, ¿cómo hemos de sentirnos ante cualquier hecho? ¿Cuál es la forma más inteligente? Tomemos el ejemplo que nos despiden o que nos deja nuestra pareja o que tenemos un accidente, ¿cómo reaccionar? Vuelve a leer el cuento y encontrarás tu respuesta. Experiméntalo en tu vida y sabrás qué forma es mejor para ti. ¿El padre o el vecino?
El coaching puede ayudarte a tener diferentes formas de interpretar lo que pasa, mejores en el sentido de que te ayuden a sentirte mejor y que te faciliten hacer lo que te dará mejores resultados en tu vida.
Recuerda que si sigues pensando como has pensado hasta ahora, sobre lo que te pasa, seguirás sintiéndote igual en tu vida, y seguirás respondiendo a lo que sucede en tu vida de la misma forma, con lo que conseguirás lo mismo que has conseguido hasta ahora.
Esto es todo lo que te puedo decir en este número, sobre La buena suerte en la vida.
sábado, 5 de abril de 2008
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