sábado, 5 de abril de 2008

¿Sabias que...?

Los triunfadores comienzan a tener éxito cuando los otros se retiran por un fracaso. Esta es una gran verdad: en la vida, en la empresa, en el amor, en la seducción …
¿Sabías que…?
· A Michael Jordan lo rechazaron en varias pruebas para equipos de baloncesto e incluso le llegaron a decir que se dedicase a otra cosa, que no servía para el baloncesto...
· Los Beatles los rechazaron en más de 50 discográficas antes de conseguir el primer contrato...
· Tomás Edison antes de inventar la bombilla, fracaso en su intento más de diez mil veces...
· A Albert Einstein le dijeron que no era suficientemente inteligente, incluso fue varias veces expulsado...
· Abraham Lincoln estaba arruinado a la edad de los 35 años. Más tarde sería presidente de los EEUU.
Abrazar el fracaso podría ser una de las grandes claves para finalmente conseguir lo que queremos en la vida. A nadie le gusta fracasar, y tal vez es mucho peor cuando el fracaso conlleva algún tipo de rechazo: por ejemplo cuando ofrecemos algo a alguien y éste lo rechaza. Nuestro ego parece derrumbarse. El dolor inmediato parece tan grande que es el momento más tentador para abandonar, o si no, para postergar “el pago del precio” (“oh, ya lo haré otro día! Ya saldré a vender otro día! Ya le pediré salir otro día!”).
El problema es que podemos pasarnos la vida así. Pagando el precio a medias.
La próxima vez que fracases en algo, tómatelo con cariño, y sigue. Ocurre en las mejores familias. No te lo tomes como algo personal. Todos fracasamos la mayor parte de las veces. Lo que pasa es que si sigues, algún triunfo conseguirás, y luego (si aún te importa) podrás camuflar los otros fracasos … (aquí me viene un pensamiento: el éxito es cuando ya no te importa “emocionalmente” el fracaso ni el rechazo, cuando lo trasciendes …)
Recuerdo que un gran vendedor y amigo me dijo una vez: “mira, yo ya sé seguro que para hacer una venta primero me han de rechazar 10 clientes. Mi probabilidad de hacer una venta es de 1/10. Ocurre lo mismo cuando salgo “a ligar”. Así que cuando llevo 5 rechazos seguidos no me desanimo, porque sé seguro que mi venta está cerca. De hecho, esta es la conocida ley de la probabilidades (cuantas más veces tires los dados más veces puedes sacar un 6 doble), y la uso a mi favor. Y no sólo eso, antes mi probabilidad era mucho peor, 1/25. La ley de las probabilidades juega a tu favor a medida que fracasas.”
Considero que muchos de nuestros esfuerzos por mejorar nuestra posición socio-económica están orientadas a evitar el dolor que asociamos al rechazo de los demás. No puedo evitar pensar en ello … y en cómo me puede estar afectando ...
Una vez leí: no te preocupes por lo que los demás piensen de ti. Realmente están demasiado ocupados pensando en lo que los demás pensaran de ellos.
El otro día estaba meditando cómo podía evitar que el miedo al rechazo me frenase y llegué a unas extrañas conclusiones (ciertamente me fui a conclusiones muy “espirituales”). Ahí va:
Me vino a la cabeza algunas frases “espirituales” del estilo: “todos somos iguales” o “ama a todos por igual” o “lo que hagas a los demás, te vendrá a ti”. Entonces lo relacioné. Pensé: “vaya, si yo amo a todos por igual, independientemente de sus defectos y faltas, podré amarme a mi mismo también sin condiciones, ante cualquier tipo de rechazo o equivocación. No puedo aceptarme incondicionalmente sino acepto a los demás incondicionalmente. Si yo amo a los demás con alguna condición, sea la que sea (que se porten bien conmigo, que tengan esto o lo otro...), automáticamente ese baremo estará presente en mi. Yo no puedo tener autoestima incondicional (=firme, que es lo que interesa; no frágil)”. Una vez leí: “ama a todas las cosas por igual, sino tu felicidad se verá condicionada a lo externo”. Es cierto, si yo amo el éxito igual que el fracaso, podré enfrentarme a cualquier situación desde la felicidad, o como se le quiera llamar. Muchas religiones hablan de la iluminación, cuándo eres capaz de trascender más allá de lo dual (lo bueno-lo malo, lo feo-lo bello), libre de condicionamientos y de etiquetas.
Y saliendo de un punto de vista espiritual, otra forma más ¿“bruta”? es la “técnica del callo”. Cuando golpeas una parte del cuerpo el número suficiente de veces, la piel se endurece haciéndose indolora. Esta técnica dice: enfréntate o exponte al rechazo y al fracaso el número suficiente de veces y ya no te afectará, incluso te reirás de ti mismo, que dicen que es muy sano. También puedes entrenarte en esto, practicando el reírte de ti mismo con frecuencia. Puedes hacerlo delante del espejo. Al principio quizás te dolerá o te parecerá raro.
Si te fijas, los niños de hoy en día crecen con muchas vergüenzas. Si vas a una clase de infantes verás lo crueles que son los niños los unos con los otros. Cualquier defecto sirve para sacarlo: el gordo, el mocoso, el gallina, el empollón … Recuerdo que el otro día escuché una cría de seis años que tenía vergüenza de su madre porque su madre se calló delante de varios compañeros. Quizá la escuela fue nuestra gran escuela de tener vergüenza y miedo social. Quizá sea hora de desaprender lo aprendido …
Cuando alguien te saque un defecto, dile que aún tienes más.
Ojo, que nadie se confunda. No estoy hablando aquí de ser permisivo ni pusilánime con nuestros errores y defectos (o una actitud pasiva ante la vida). Hablo de trascenderlos precisamente para seguir creciendo, para que no nos limiten. Hablo de lograr cosas nuevas y que nos gusten, pero sin que ellas nos esclavicen (¿podemos hablar de adicción?) o sean dueñas de nuestro carácter y nuestra paz mental.
La vida, como dice el autor Osho, es un juego. Juégalo (no puedes no hacerlo, no puedes recluirte en las montañas como un ermitaño), pero no te olvides mientras tanto que es un juego.

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